sábado, 6 de agosto de 2011

CENTENARIO DEL FALLECIMIENTO DE FLORENTINO AMEGHINO

06/08/1911 – 06/08/2011: 100 años del fallecimiento de FLORENTINO AMEGHINO


"Su pupila supo ver en la noche, antes de que amaneciera para todos"
José Ingenieros


Cambiaré de opinión tantas veces y tan a menudo como adquiera conocimientos nuevos, el día que me aperciba que mi cerebro ha dejado de ser apto para esos cambios, dejaré de trabajar. Compadezco de todo corazón a todos los que después de haber adquirido y expresado una opinión, no pueden abandonarla nunca más.
Florentino Ameghino




Nació en Luján, Buenos Aires, Argentina el 18 de septiembre de 1854 según la mayoría de sus biógrafos y familiares, o en Moneglia, Italia, el 19 de septiembre de 1853, como sostienen algunos investigadores en base a una partida de nacimiento mostrada por la Iglesia, pero a nombre de Juan Bautista Fiorino José Ameghino. También se cree que esa partida pueda pertenecer a un hermano mayor muerto en la larga travesía desde Italia, (duró más de seis meses) ya que los familiares afirmaban que los padres de Ameghino llegaron al país sin hijos. Él mismo, en su autobiografía, proclamó haber nacido en Luján. Sus padres, Antonio Ameghino y María Dina Armanino, tuvieron además tres hijos varones, Antonio Luis, Carlos y Juan, y una hija, María Luisa, todos ellos nacidos en la Argentina.
Los primeros años de Ameghino tuvieron como panorama habitual las barrancosas riveras del río Luján en la campiña cercana a Buenos Aires. Un día, paseando a las orillas de este río, encontró unos caracoles y se los mostró a su padre, preguntándole cómo es que estaban allí. Como el padre le contestó que los había traído la corriente, Florentino no quedó conforme porque pensaba que la corriente los podría traer, pero no incrustarlos en la barranca. A partir de ese momento empezó a elaborar sus propias teorías.
A los 16 años fue designado preceptor en la escuela municipal de Mercedes donde luego ocupó el cargo de director. A los 20 años encontró los restos fósiles completos de un mastodonte.
Al año siguiente ya publicaba dos artículos en dos diarios locales y lograba insertar otro en la revista científica francesa "Journal de Zoologie", mientras que obtenía también un premio en la primera exposición científica de Buenos Aires. En esta última presentó dos memorias que en ese momento no fueron tenidas en cuenta y que albergaban el germen de su futura obra monumental. En 1878 viajó a Europa y allí exhibió su colección prehistórica y paleontológica en la Exposición Universal de París, donde fue el asombro y la admiración de los científicos más importantes de la época, obteniendo el reconocimiento que en su país le negaron. A los 23 años publicó su primer libro: "Antigüedades indias en la Banda Oriental" . Dos años después tuvo una gran actuación en el Congreso de Americanistas en Bruselas, luego publicó dos libros: "La formación Pampeana" y "La Antigüedad del hombre en el Plata". En Europa, Ameghino vendió su colección de objetos prehistóricos y fósiles a ciento veinte mil francos, con una parte de ese dinero pudo publicar esa última obra. Muchos fósiles de esa colección fueron adquiridos por el famoso y acaudalado paleontólogo estadounidense Edward Cope.
A tres años de su partida regresó consagrado por la opinión de los más distinguidos naturalistas europeos, casado con una joven parisina –Leontina Poirier– y totalmente pobre, y, como si fuera poco, se encontró que había sido exonerado de su cargo de director de la escuela de Mercedes por abandono del puesto. Al científico reconocido en todo el mundo, en su país ni siquiera le conservaron su puesto de trabajo. Se instaló, entonces en Buenos Aires, abriendo una pequeña librería y papelería, ubicada en la calle Rivadavia, a la que bautizó "Librería del Gliptodón", y en su trastienda continuó reuniendo materiales de estudio. Y "entre la venta de cuatro reales de plumas y un peso de papel", escribió su obra "Filogenia" en 1884, donde dio cuenta de su adición al evolucionismo, lo que provocó un gran revuelo en el ambiente científico argentino.
En 1884 se creó el Museo de La Plata y su director vitalicio, el perito Francisco Pascasio Moreno, pidió al gobierno que designe a Florentino Ameghino como subdirector y secretario. Ameghino aportó su colección para enriquecer el departamento paleontológico del nuevo museo, y su hermano Carlos tomó el puesto de naturalista viajero y comenzó sus viajes a la Patagonia, donde realizó importantes descubrimientos. Pero esto no duró más de un año, ciertas diferencias y celos profesionales hicieron que Moreno exonerara a su subordinado de su puesto oficial.
Con sus propios medios y la ayuda de su hermano Carlos, Ameghino emprendió nuevamente su trabajo y en 1889 publicó, gracias al apoyo de la Academia de Ciencias de Córdoba, su obra más importante: "Contribución al conocimiento de los Mamíferos fósiles de la República Argentina", que venía acompañada de un atlas. Esta obra la escribió en sólo 14 meses y le valió una medalla de oro en la Exposición Universal de París del año 1889. Durante ese período de alejamiento y de estrechez económica, publicó más de la tercera parte del total de sus trabajos.
En 1903, cuando prácticamente había completado su obra, recibió la primera designación duradera del Estado. Joaquín V. González, que era ministro de justicia e instrucción pública, ofreció a Florentino Ameghino el cargo de director del Museo Nacional de Buenos Aires, el que quedaba vacante luego de la muerte del Dr. Carlos Berg. Estas nominaciones le dieron, por fin, el reconocimiento tan postergado. A partir de ese momento le llegó una lluvia de nombramientos: vocal del primer consejo directivo del Instituto Superior de Agronomía y Veterinaria de Buenos Aires; al año siguiente, catedrático titular de antropología en la Facultad de Filosofía y Letras, que no aceptó, y en 1906 fue nombrado jefe de sección y miembro del consejo académico del Museo de La Plata y también profesor de geología en la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de La Plata. El zoólogo español Ángel Cabrera describió así su cargo en el Museo Nacional: "Durante los 9 años en que lo desempeñó, ingresaron en las colecciones del Museo setenta y un mil objetos, es decir casi ocho mil al año, y se publicaron quince volúmenes de los anales, en los que colaboraron los hombres de ciencia más distinguidos de la República y no pocos de otros países."
La obra que nos legó es única, lograda en base a su esfuerzo personal. Simpson, uno de los fundadores de la "Teoría Sintética de la Evolución", calificó esta empresa como "uno de los más notables logros en la historia de la ciencia."

FALLECIMIENTO Y TRANSCENDENCIA

En el momento de su muerte, Florentino Ameghino se había convertido en un paradigma de la ciencia argentina. Murió el 6 de agosto de 1811en su domicilio de La Plata, por complicaciones resultantes de una diabetes y su resistencia a ser intervenido quirúrgicamente. Su entierro fue grandioso a pesar que el gobierno no se manifestó a la altura que correspondía, si lo hicieron las Universidades de La Plata y Bs. As y las sociedades científicas. Sus restos se depositaron en el Panteón de los Maestros, hicieron uso de la palabra eminentes personalidades de la época como E. Holmberg, Victor Mercante, J. B. Ambrosetti, José Ingenieros y otros. José Ingenieros dijo en su discurso de despedida: "Muere en él la tercera vida ejemplar de nuestra centuria, Sarmiento, inagotable catarata de energía en las gloriosas batallas de nuestra emancipación espiritual. Mitre, que alcanzó la santidad de un semidios y fue consejero de los pueblos. Ameghino, preclaro sembrador de altas verdades, cosechadas a filo de hacha en la selva infinita de la naturaleza." "Tenía que ser un sabio argentino, porque ningún otro de la superficie terrestre contiene una fauna fósil comparable a la nuestra; tenía que ser de nuestro siglo, porque antes le hubiese faltado el asidero de las doctrinas darwinistas que el sirven de fundamento. No podía ser antes de ahora, porque el clima intelectual del país no era propicio a la obra antes de que la fecundara el genio de Sarmiento; y tenía que ser Florentino Ameghino, y ningún otro hombre de su tiempo, por varias razones. ¿Qué otro argentino hemos conocido, que reuniera en tal alto grado su actitud para la observación y el análisis, su capacidad para la síntesis y la hipótesis, su resistencia para el enorme esfuerzo prolongado durante tantos años, su desinterés por todas las vanidades que hacen del hombre un funcionario, pero matan al pensador?…" A los tres días de su muerte, el Ministerio de Instrucción Pública expidió un proyecto de ley pidiendo al Poder Legislativo la autorización para erigir un monumento conmemorativo de Ameghino, en el cuál citaba "Llegó de la nada a la cumbre por sus propios esfuerzos". Aunque la ley fue aprobada con unanimidad, el monumento nunca se construyó. Otro proyecto fue el presentado por Francisco P. Moreno, que era diputado nacional por ese entonces, el 23 de agosto, a pocos días de la muerte de Ameghino, pidió a la Honorable Cámara que autorizase al Poder Ejecutivo a adquirir la Biblioteca, manuscritos y colecciones para el Museo Nacional. Proyecto éste que tampoco se llevó a cabo. El homenaje más importante que le podemos hacer es seguir sus pasos y su ejemplo: (Citando a J. Frenguelli) "…con su obra y su vida íntegramente consagrada a ideales puros, parece repetir: Que vuestra guía sea la curiosidad inextinguible de saber. Ella os indicará la ruta, pero no siempre bastará a salvaros de los escollos de que está sembrado el áspero camino. Si incurrierais en el error, no temáis a los reproches y el escarnio de los tímidos…Recordaos que la historia es benévola para quién, después de las derrotas, consigue una victoria; pero siempre condena al olvido al crítico infecundo… "

El mausoleo de Florentino Ameghino en el cementerio de La Plata ha sido declarado Monumento Histórico Nacional.

Mg. Marcela Torreblanca
Museo “El Legado del Salado”